El consumo de tabaco tiene un alto impacto no solo para la salud humana, sino también para el medioambiente. En lo que respecta a la salud, tal y como recoge la Organización Mundial de la Salud (OMS), el tabaco mata cada año a más de 8 millones de personas.
La enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), el cáncer de pulmón y las enfermedades cardiovasculares son las principales patologías causadas por el tabaco. Aunque el cáncer más vinculado con el tabaco es el de pulmón, según la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), hay alrededor de 15 tipos distintos de cáncer que también están directamente relacionados con el consumo de esta droga (el cáncer de laringe, orofaringe, vejiga, páncreas, boca, esófago, hígado y vías biliares y estómago, entre otros).
“El tabaco, una amenaza para nuestro medio ambiente” es el lema de la campaña que ha lanzado la OMS con motivo del Día Mundial Sin Tabaco de 2022, celebrado el 31 de mayo. Desde la organización consideran que esta campaña dará a los consumidores de tabaco un motivo más para dejar de fumar.
¿De qué manera y hasta qué punto el tabaco empeora la salud del mundo en el que vivimos? La OMS lo explica:
Mención aparte merecen los efectos del tabaco sobre la salud de los agricultores que se dedican al cultivo. Son los siguientes:
Cada día, en el organismo de un agricultor que planta, cultiva y cosecha tabaco puede entrar una cantidad de nicotina equivalente a la contenida en 50 cigarrillos. En concreto, uno de cada cuatro agricultores sufre la llamada “enfermedad del tabaco verde”, causada por la intoxicación por nicotina.
La exposición a los plaguicidas puede dar lugar a incrementos de las concentraciones en sangre de aluminio y arsénico. Algunos plaguicidas, tras una exposición crónica, son tan perjudiciales que pueden causar anomalías congénitas; tumores benignos y malignos; alteraciones genéticas; y trastornos sanguíneos, neurológicos y endocrinos.
Si se tiene en cuenta la edad de los agricultores, los jóvenes tienen más riesgo de presentar insuficiencia renal de manera temprana y, en este grupo, la prevalencia del tabaquismo es mayor. En las explotaciones tabacaleras trabajan muchos niños y son especialmente vulnerables porque su peso corporal es bajo comparado con la cantidad de nicotina que absorben a través de la piel al manipular las hojas del tabaco.
Las mujeres que cultivan tabaco corren más riesgo de sufrir esterilidad y problemas reproductivos.
En esta campaña se invita a los gobiernos a que endurezcan la legislación y a que apliquen y refuercen los dispositivos existentes para obligar a los productores a hacerse responsables de los costes ambientales y económicos de los residuos derivados de los productos de tabaco.
Welnia se une a otra de las peticiones de la OMS, que se dirige a los fumadores para que abandonen el hábito por su salud y por la del planeta.
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