Apendicitis: síntomas y por qué sucede

La apendicitis consiste en la inflamación del apéndice y se produce cuando este se obstruye o bloquea, por ejemplo debido a la presencia de materia fecal, algún cuerpo extraño o el crecimiento de una masa tumoral. En ocasiones, la inflamación deriva en una infección que puede tener consecuencias graves, si no se trata a tiempo. Aunque la apendicitis puede producirse a cualquier edad, es más frecuente entre los 10 y los 30 años.

¿En qué lado está el apéndice?

El apéndice es una pequeña bolsa con forma de dedo que sobresale del intestino grueso, cerca de donde este se une al intestino delgado, en el lado derecho del abdomen. 

El apéndice no es un órgano esencial y se desconoce su función, si bien podría desempeñar algún papel en la respuesta inmune del organismo. Se cree que evolucionó como un órgano digestivo, aunque ya no desempeña un papel significativo en la digestión. 

¿Cuáles son los síntomas de la apendicitis?

El principal síntoma de la apendicitis es el dolor, que suele aparecer de manera repentina en la zona inferior derecha del abdomen y alrededor del ombligo. El dolor de la apendicitis empeora con la tos, al moverse o caminar, y puede ir acompañado de fiebre, hinchazón abdominal, náuseas, vómitos, diarrea o estreñimiento, y flatulencias. 

El apéndice puede perforarse y causar un absceso (foco de pus) que se puede extender por la cavidad abdominal. Si no se recibe tratamiento, esto puede conducir a una peritonitis, que consiste en la inflamación del peritoneo (membrana que recubre la cavidad abdominal), una complicación potencialmente mortal. 

¿Cómo se diagnostica la apendicitis?

El diagnóstico de la apendicitis se realiza mediante una exploración física para detectar dolor, sensibilidad, distensión y presión en el abdomen. Habitualmente, al dejar de presionar la zona, el dolor empeora, lo que indica que el peritoneo está inflamado.

Esta exploración se complementa con análisis de sangre para determinar si hay niveles elevados de leucocitos (glóbulos blancos), que son un indicador de inflamación e infección, y de orina para descartar una posible infección urinaria. 

Asimismo, se utilizan técnicas de imagen, como la radiografía, para ver si el órgano ha aumentado de tamaño, o la ecografía, para detectar la presencia de líquido en la cavidad abdominal, una obstrucción o la presencia de una masa. En algunos casos puede ser necesario hacer una tomografía computarizada, que es una prueba diagnóstica que utiliza rayos X para producir imágenes de alta calidad.

La apendicitis es un proceso inflamatorio que se produce cuando el apéndice se obstruye o bloquea.

Tratamiento de la apendicitis

El tratamiento de la apendicitis consiste en controlar la infección y extirpar el apéndice inflamado (apendicectomía) en los casos necesarios. La operación de apendicitis está indicada sobre todo en los casos agudos para evitar que la infección del apéndice se extienda por la cavidad abdominal y cause una peritonitis. Antes de la intervención se administran antibióticos y en caso de absceso se puede hacer un drenaje para eliminar el pus. 

La operación de apendicitis se puede hacer con cirugía laparoscópica, que se realiza introduciendo el material quirúrgico y una videocámara que permite observar los órganos internos a través de tres pequeñas incisiones en el abdomen, o mediante cirugía abierta. 

La cirugía laparoscópica es un procedimiento poco invasivo que reduce el tiempo de recuperación, pero no está indicada en todos los casos. Si se perfora el apéndice y hay una infección grave, será necesario hacer una cirugía abierta para limpiar bien la cavidad abdominal y extirpar el apéndice. 

Sin embargo, la cirugía solo es necesaria en el 10 % o 20 % de los casos, y algunas apendicitis leves pueden controlarse con tratamiento antibiótico y drenaje del absceso en caso de que se produzca.

¿Cómo debo cuidarme después de una apendicectomía?

Como toda cirugía, la operación de apendicitis necesita un tiempo de recuperación. Si se ha realizado por vía laparoscópica, se debe limitar la actividad durante 3-5 días tras la intervención, y empezar poco a poco a retomar las actividades diarias evitando grandes esfuerzos. 

Si la intervención ha sido mediante cirugía abierta, el tiempo de recuperación será más largo y podrá durar hasta dos semanas, tras las cuales se podrán reanudar las actividades diarias limitando los esfuerzos. 

Durante el postoperatorio puede ser necesario el uso de analgésicos, antiinflamatorios y antibióticos, siempre pautados y controlados por el médico. 

Según la evolución y cuando el especialista lo indique, se podrá retomar el ejercicio físico, empezando por actividades suaves y de bajo impacto, como caminar o nadar.