Los ganglios linfáticos juegan un papel esencial en el funcionamiento del sistema inmunológico. Están repartidos por todo el cuerpo y se encargan de proteger al organismo de posibles infecciones y de otras enfermedades. Los ganglios funcionan como filtros que “atrapan” a los virus, las bacterias y otras causas de enfermedades antes de que puedan infectar o diseminarse a otras partes del cuerpo.
La causa más común de inflamación de los ganglios linfáticos es una infección, ya sea por hongos, bacterias, virus o parásitos. Lo primero que tienes que saber es que esa inflamación de ganglios significa que el sistema inmune está funcionando correctamente y que está luchando para combatir dicha infección.
Tener ganglios palpables es muy frecuente en los niños. Esto ocurre por varias razones: tienen más ganglios y son más grandes que en los adultos, las infecciones en ellos son mucho más frecuentes y la respuesta del sistema inmunológico es mayor.
De manera mucho menos habitual, la inflamación puede deberse a otros procesos: reacción a determinados fármacos, enfermedades autoinmunes, cánceres, lupus o sida, entre otras.
Las áreas comunes en las que se puede notar inflamación de los ganglios linfáticos incluyen el cuello, debajo de la barbilla, en las axilas y en la ingle.
El ganglio inflamado, en sí mismo, no se trata. Lo que debe tratarse es la causa o enfermedad que está provocando la inflamación. Con frecuencia, el problema suele estar cerca del ganglio afectado, por lo que el médico o pediatra tenderá a buscar la causa en una zona próxima a él.
Dado que la mayoría de los casos serán de origen viral, únicamente requerirán tratamiento sintomático con antitérmicos (paracetamol o ibuprofeno). Cabe mencionar que los ganglios pueden permanecer inflamados tiempo después de haberse curado la infección.
En muchos casos, la inflamación se reduce y desaparece en 2 o 3 semanas una vez que el cuerpo ha combatido exitosamente la infección. Si el problema persiste, se recomienda acudir al médico.
Otras razones para visitar al médico incluyen:
Si la infección es la causa de la inflamación de los ganglios linfáticos y no se trata, se puede formar un absceso. Los abscesos son acumulaciones localizadas de pus causadas por infecciones. El pus contiene líquido, glóbulos blancos, tejido muerto y bacterias u otros invasores. Un absceso puede requerir drenaje y tratamiento con antibióticos.
Finalmente, cabe recordar que es importante acudir al médico o al pediatra para que evalúen los ganglios linfáticos y en caso de que sea necesario, se realicen los exámenes oportunos para confirmar un diagnóstico.
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