Los lipomas son pequeños bultos de grasa que aparecen debajo de la piel. Aunque puedan causar cierta alarma, se trata de lesiones benignas y asintomáticas que se suelen extraer por motivos puramente estéticos.
Los lipomas se definen como tumores subcutáneos que albergan en su interior compuestos de células grasas maduras casi iguales que los adipocitos. Los lipomas son los tumores benignos de partes blandas más frecuentes y su tamaño puede variar desde menos de 1 centímetro hasta los 10, si bien el tamaño más común oscila entre 3 y 5 centímetros.
No se sabe por qué aparecen los lipomas, pero en su origen parece haber un componente familiar, ya que suele darse en distintos miembros de una misma familia.
Los lipomas pueden aparecer en cualquier parte del cuerpo, pero son más frecuentes en:
Para identificar los lipomas de grasa basta con hacer una exploración física. Se mueven al tocarlos y son blandos, aunque a veces adquieren firmeza. Un factor a tener en cuenta es que, en la mayoría de los casos, los lipomas no son dolorosos.
Suelen ser inofensivos y aparecen una vez cumplidos los 40 años, que es cuando se empieza a acumular la grasa subcutánea como consecuencia de hacer menos ejercicio. Hay que tener en cuenta que el tamaño de los lipomas puede incrementarse si la persona que los presenta aumenta de peso; pero si se adelgaza, no disminuyen de tamaño, por lo que se piensa que no participan en el metabolismo lipídico.
En líneas generales, no suelen presentar síntomas, pero sí que pueden producir, en determinados casos, dolor y ser hipersensibles cuando se palpan.
Por otro lado, existen los liposarcomas, también llamados tumores malignos de tejido graso, que no deben confundirse con los lipomas benignos. Aunque poco frecuentes, los liposarcomas pueden aparecer en cualquier parte del cuerpo y a veces se localizan en zonas profundas de las piernas, como los muslos. Cuando se desarrollan en la cavidad abdominal, pueden pasar desapercibidos hasta alcanzar un tamaño significativo. Estos tumores suelen tener un crecimiento lento y, al igual que los lipomas, no siempre causan dolor. Ante cualquier duda, es mejor consultar al médico para una evaluación precisa.
Para tratar los lipomas se recurre a la cirugía y se extrae el bulto mediante un pequeño corte en la piel. La cicatriz que queda depende de la técnica que se lleve a cabo, pero con los procedimientos de mínima invasión se puede reducir enormemente. No obstante, es necesario cuidar la cicatriz para evitar que quede mucha marca o aparezcan manchas.
A la hora de tratar los lipomas hay que tener en cuenta que pueden volver a aparecer, ya que en ocasiones no se logra una extirpación completa de la lesión y esto hace que parte del lipoma persista.
Otra opción menos invasiva para el tratamiento de los lipomas es la liposucción, mediante la cual se destruye y succiona la grasa. La liposucción está indicada sobre todo en los lipomas blandos que no tienen en su interior componente conjuntivo.
Tal y como indican desde la Academia Española de Dermatología y Venereología, existen otras alternativas terapéuticas como las inyecciones intralesionales de fosfatidilcolina y otros medicamentos con los que, por el momento, no hay una eficacia demostrada.
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