Crohn es el apellido del médico que describió la enfermedad por primera vez en 1932 y quien, como dato anecdótico, no la padeció.
La enfermedad de Crohn es una patología inflamatoria crónica de origen autoinmune que puede afectar a cualquier parte del aparato digestivo (desde la boca hasta el ano). Según la Sociedad Española de Patología Digestiva (SEPD) se trata de una afección cuya tasa de prevalencia se ha incrementado en los últimos años.
Afecta a hombres y mujeres por igual, aunque se da más en personas jóvenes (hasta los 40 años); de hecho, alrededor de una tercera parte de los casos se diagnostican antes de los 20 años.
La aparición de los síntomas, duración e intensidad depende de la localización y extensión de la zona afectada. Los síntomas más frecuentes en la enfermedad de Crohn son los intestinales y los que se derivan de ellos:
También puede haber manifestaciones fuera del intestino (extraintestinales) como, inflamación en los ojos, dolor en las articulaciones, placas rojas en la piel, piedras en el riñón o en la vesícula.
Sin embargo, y aunque la enfermedad de Crohn es una patología crónica, las personas que la tienen experimentan los síntomas intermitentemente. Es decir, en períodos de brote (fase activa) que se intercalan con etapas en las que los síntomas están en remisión (fase inactiva).
El tratamiento indicado siempre por el especialista tiene como objetivo controlar la inflamación a largo plazo y evitar que la enfermedad evolucione a formas más agresivas con el paso del tiempo para lograr una buena calidad de vida.
Al principio es especialmente difícil y por ello un planteamiento de superación de la enfermedad es fundamental para seguir adelante.
Para que un tratamiento sea eficaz ¡es imprescindible...seguirlo! Y si sospechas de que tienes una recaída, acude a la consulta en cuanto notes los primeros síntomas para ver a tu especialista y reiniciar el tratamiento si fuera necesario.
Los inicios son duros y pueden obsesionarte. En cambio, cuando las cosas van bien, es fácil olvidarse de ellas. Es importante seguir las recomendaciones en todo momento.
Es aconsejable que siempre consultes con tu médico antes de tomar un medicamento, por ejemplo para la diarrea o contra las hemorroides. En cuanto al uso de analgésicos, es importante conocer qué medicamentos, como el ibuprofeno y el naproxeno, pueden desencadenar una reactivación de la enfermedad en algunos pacientes. Por eso, si necesitas analgésicos, opta por tomar paracetamol.
Los pacientes que siguen una alimentación equilibrada, realizan algún tipo de ejercicio y evitan sustancias tóxicas experimentan menos rebrotes del Crohn. El objetivo de tu alimentación debe ser prevenir y corregir la desnutrición, así como no empeorar los síntomas digestivos (dolor abdominal, diarrea,…). Para ello, es importante seguir una dieta rica y equilibrada en proteínas, calcio y hierro.
El riesgo de recaídas y de necesitar cirugía se duplica en fumadores comparado con los no fumadores. Además, el tabaco empeora la respuesta al tratamiento y dificulta mantener la remisión de los síntomas.
Tus problemas intestinales pueden empeorar si no logras manejar el estrés en circunstancias y momentos problemáticos.
Informa a tu médico antes de partir o si tienes alguna duda. Él te aconsejará qué medicamentos debes llevar y qué precauciones tomar.
Muchas personas con enfermedad de Crohn se sienten a veces muy desanimadas. Cuando suceda, busca apoyo en tu familia o amigos. Las asociaciones de pacientes pueden dar buena información y apoyo.
La investigación es un pilar fundamental para avanzar y controlar cada vez mejor los síntomas de esta enfermedad.
Como hemos visto hasta ahora, además del tratamiento farmacológico, mantener unos hábitos saludables y una correcta alimentación es esencial para controlar los síntomas de esta enfermedad. Ante cualquier duda, los mejores consejos los tienes a mano.
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