El asma es una enfermedad respiratoria crónica causada por la inflamación de los bronquios, lo que limita o impide que el aire llegue correctamente a los pulmones. Con motivo del Día Mundial del Asma, que se celebra el primer martes del mes de mayo y que está auspiciado por la Global Initiative for Asthma (GINA), vamos a repasar los medicamentos clave en el tratamiento del asma.
Según datos de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), el asma afecta en España a cerca de 2,5 millones de personas: 5 % son adultos; 12 %, población infantil, y 2 de cada 3 son mujeres. Sin embargo, se estima que al menos el 50 % de las personas con asma no están diagnosticadas y en torno al 70 % no tienen controlada la enfermedad, lo que aumenta el riesgo de crisis respiratorias graves.
La inflamación de los bronquios que caracteriza al asma se debe a diversas causas, como por ejemplo la exposición a alérgenos o sustancias del medio ambiente que hacen que los bronquios se irriten y estrechen. Los síntomas habituales incluyen dificultad para respirar, tos, pitidos en el pecho, opresión y sensación de tirantez en el tórax.
Los síntomas del asma pueden dificultar el ejercicio físico y las actividades de la vida diaria, limitar la calidad de vida y, en caso de exacerbación, causar crisis respiratorias graves.
El diagnóstico de la enfermedad se realiza mediante la valoración de estos síntomas y una espirometría, una prueba sencilla e indolora que mide el volumen y flujo pulmonar; esto es, cuánto aire pueden contener los pulmones y exhalar en un segundo. Para ello, se respira a través de una boquilla, inspirando todo el aire posible hasta llenar los pulmones y exhalando de manera rápida y enérgica hasta vaciarlos.
Tal y como recoge la SEPAR en la Guía española para el manejo del asma, los objetivos del tratamiento del asma son prevenir los síntomas diurnos, nocturnos y, tras el ejercicio físico, mantener una función pulmonar lo más normal posible y prevenir su pérdida en el futuro, así como evitar restricciones en la vida diaria. Además, el tratamiento del asma busca prevenir las exacerbaciones y la mortalidad asociada.
Los fármacos para el tratamiento del asma se pueden clasificar en dos grupos:
Entre estos fármacos están los glucocorticoides inhalados (GCI) o sistémicos, los antagonistas de los receptores de los leucotrienos (ARLT), antagonistas βշ adrenérgicos de acción prolongada (LABA), tiotropio y anticuerpos monoclonales, como el omalizumab, mepolizumab, reslizumab, benralizumab y dupilumab.
Estos medicamentos permiten abrir rápidamente las vías respiratorias y que el paciente pueda respirar mejor. Entre los más utilizados están los agonistas βշ adrenérgicos de acción corta (SABA) inhalados, los anticolinérgicos de acción corta inhalados (bromuro de ipratropio), y las combinaciones budesonida/formoterol, beclometasona/formoterol o beclometasona/salbutamol.
En los casos de asma alérgica bien controlada con niveles bajos o medios de tratamiento, se puede emplear la inmunoterapia por vía subcutánea, que consiste en administrar dosis crecientes de un extracto alergénico al paciente para reducir los síntomas asociados con la exposición a ese alérgeno.
Además de tomar todos los días la medicación que haya pautado el médico especialista, en el tratamiento del asma es fundamental evitar hábitos nocivos, como el tabaquismo, y factores que puedan desencadenar los síntomas del asma, como la exposición a alérgenos (polvo, mascotas, polen…), el aire frío o las sustancias irritantes, como pinturas, disolventes o productos de limpieza.
Los especialistas de la SEPAR insisten en que el autocontrol y autocuidado del asma son fundamentales para mantener controlada la enfermedad.
El autocontrol implica conocer qué es el asma, cuáles son sus desencadenantes y saber cómo actuar en el caso de que la enfermedad no esté bien controlada o aparezcan síntomas graves. El autocuidado, por su parte, consiste en tomar las medidas necesarias para evitar que la enfermedad se descontrole, como por ejemplo seguir adecuadamente el tratamiento y evitar la exposición a los posibles desencadenantes.
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