La artritis reumatoide (AR) es una enfermedad autoinmune crónica caracterizada por una inflamación de las articulaciones, aunque también puede afectar a otros órganos. Si no se trata de forma correcta, puede traducirse en una incapacidad laboral permanente y una importante pérdida de la calidad de vida.
Se caracteriza por la afectación de las articulaciones periféricas (manos, pies, muñecas, hombros, codos, caderas y rodillas), en las que se produce dolor, hinchazón secundaria a la inflamación de la membrana sinovial y rigidez sobre todo por la mañana o después de períiodos prolongados de reposo.
Es más frecuente en el sexo femenino que en el masculino y en general aparece en personas adultas mayores, aunque hay que tener en cuenta que puede iniciarse en cualquier etapa de la vida y afectar a cualquier persona, con independencia de la raza, el sexo y los hábitos de vida.
La causa de la artritis reumatoide es desconocida pero sí existen algunos factores que predis- ponen a desarrollarla. Uno de estos factores es el genético, esto no quiere decir que sea una enfermedad hereditaria (que pasa de padres a hijos), sino que existen ciertas variantes en algunos genes que predisponen a presentarla.
El clima y la humedad no aumentan el riesgo de sufrir artritis reumatoide. Sin embargo, es cierto que algunos cambios climáticos, y en particular cuando el tiempo empeora, sobre todo en los meses de otoño e invierno, hacen que cualquier articulación dañada por la AR o por otra enfermedad sea más dolorosa.
El tratamiento de la AR consiste en una serie de medidas generales relacionadas con el estilo de vida junto con una terapia farmacológica, siempre prescrita por el médico especialista y que incluye dos grupos de fármacos: para aliviar el dolor y la inflamación a corto plazo y modificadores de la evolución de la enfermedad.
Actualmente, gracias al diagnóstico precoz y a la existencia de tratamientos, la mayoría de los pacientes consiguen tener la enfermedad controlada desde etapas más tempranas y mantener así su calidad de vida.
Es importante saber que una persona afectada por AR, con un correcto tratamiento y control médico y un estilo de vida saludable puede llevar una vida prácticamente normal.
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