La demencia es un término que se utiliza de manera general para hacer referencia a un amplio abanico de síntomas relacionados con el deterioro de la memoria y de otras habilidades del pensamiento. El alzhéimer, una enfermedad neurodegenerativa que causa la pérdida progresiva de la memoria, es el tipo de demencia más frecuente y afecta en España a más de 800.000 personas, según datos de la Sociedad Española de Neurología. Se estima que esta cifra podría llegar al millón de personas para 2050 debido al progresivo envejecimiento de la población.
Otros tipos de demencia frecuentes son la demencia vascular, causada por alteraciones de la circulación sanguínea en diversas áreas del cerebro, y la demencia senil, en la que el deterioro cognitivo se produce a partir de los 65 años, aproximadamente. En el caso del alzhéimer, aunque la edad es un factor de riesgo, no es una consecuencia ineludible del envejecimiento natural.
En el origen de la enfermedad de alzhéimer están implicadas dos proteínas, la beta-amiloide y la tau hiperfosforilada, que se depositan de manera precoz alrededor de las neuronas formando agregados en forma de placas y ovillos, causando daño neuronal. Esto hace que desaparezca poco a poco la comunicación neuronal necesaria para el correcto funcionamiento del organismo.
Si bien se conoce el mecanismo por el cual se produce esta acumulación de proteínas, no se sabe exactamente la causa última de la enfermedad, en cuyo origen intervienen numerosos factores. Algunos genes podrían favorecer el alzhéimer, lo que hace pensar en un factor hereditario, pero la gran mayoría de los casos no están asociados a factores genéticos. Existen factores, como la hipertensión, la obesidad, la diabetes o el sedentarismo que pueden aumentar el riesgo de desarrollar alzhéimer.
En la actualidad, no existe un tratamiento curativo o que frene el avance de la enfermedad. Los tratamientos del alzhéimer están enfocados a mejorar los síntomas y a retrasar su evolución. Entre los fármacos utilizados están los inhibidores de la colinesterasa y la memantina.
De momento, la mejor arma contra el alzhéimer es la detección precoz para tratar los síntomas, potenciar las capacidades cognitivas, reducir la dependencia de los pacientes y mejorar su calidad de vida conforme progresa la enfermedad.
Consulta con el médico si identificas alguna de estas 10 señales comunes de alzhéimer en ti o en tus allegados:
Uno de los signos más comunes especialmente en las etapas más tempranas del alzhéimer es olvidar información recién aprendida, así como eventos importantes o fechas. La diferencia con los olvidos ocasionales es que en estos casos la persona recuerda más tarde la información, mientras que en el alzhéimer es incapaz de recordar y tiene que recurrir a agendas y notas para no olvidar cosas importantes.
Dificultad para participar o mantener conversaciones, no sabiendo responder, repitiendo argumentos o interrumpiéndolos de repente porque no se sabe cómo continuar. También es habitual no recordar el nombre de los objetos, tener problemas para leer o para determinar imágenes, colores o distancias. Es importante distinguir estos síntomas de otras dificultades del lenguaje que puedan surgir, como, por ejemplo, no encontrar la palabra exacta que uno quiere decir en un momento determinado, pero recordarla más tarde.
Problemas para realizar tareas sencillas cotidianas en casa, en el trabajo o en el día a día, como ir a la compra o ir a un sitio conocido.
La memoria de las personas con alzhéimer se va borrando con el avance de la enfermedad y esto implica que haya una progresiva desorientación espacial y temporal. Por ejemplo, es habitual que olviden el día de la semana, la estación o la época del año en la que están (vacaciones, Navidades…), que no sepan dónde se encuentran o cómo regresar a casa.
Tomar decisiones, valorar y juzgar adecuadamente las situaciones es cada vez más difícil. Esto hace que tomen decisiones que pueden tener consecuencias negativas tanto para el enfermo como para sus allegados, como, por ejemplo, la pérdida de dinero.
Aumenta la dificultad para planificar un trabajo, resolver problemas, trabajar con números, seguir instrucciones o elaborar un plan. También se incrementan los problemas de concentración y se tarda mucho más tiempo en hacer tareas habituales.
Suelen perder objetos, colocarlos fuera de lugar o ponerlos en un sitio y luego no saber cómo volver a ese lugar para cogerlos.
Los cambios de ánimo y humor son frecuentes y aumentan con el tiempo. Los enfermos pueden sentir tristeza, miedo, confusión, depresión, estrés y ansiedad.
Las personas con alzhéimer se alteran y enfadan con facilidad, están intranquilas y pueden mostrar signos de agresividad. Sienten apatía y desconfianza, llegando a pensar que su entorno les engaña. También es habitual que no se preocupen por su higiene y apariencia, que malinterpreten lo que ven o escuchan, que se imaginen cosas y deambulen de un lugar a otro sin motivo.
La pérdida de iniciativa e interés hace que abandonen actividades que realizaban habitualmente, como hacer deporte, participar en proyectos o en actividades sociales, culturales y de ocio.
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