Trastornos de la conducta alimentaria (TCA): más allá de la comida

Trastornos de la conducta alimentaria (TCA): más allá de la comida
Redacción Welnia
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Welnia

nov 26, 2021
Un TCA no es un problema con la comida, es un problema que se refleja en la comida. Estos trastornos tienen un origen multifactorial, principalmente por la interacción de diferentes causas de origen biológico, psicológico, familiar y sociocultural. Las consecuencias son tanto para la salud física como la mental.

Los trastornos de la conducta alimentaria son un grupo de enfermedades en las que la persona presenta una alteración en la forma de comer (por exceso o por defecto). Esta es la manifestación más visible de la enfermedad, pero en el fondo esas personas sienten una gran insatisfacción consigo mismas y con su imagen corporal.

Según datos de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), son la tercera enfermedad crónica más frecuente entre adolescentes. Aunque afectan a ambos sexos, son más frecuentes en mujeres.

La Clasificación Internacional de Enfermedades de la Organización Mundial de la Salud agrupa, además de otros trastornos menos específicos, dos síndromes importantes: la anorexia nerviosa y la bulimia nerviosa.

La anorexia nerviosa se caracteriza por una gran preocupación por la imagen corporal y un intenso deseo de delgadez. Este trastorno ha sido identificado desde hace décadas y descrito con notable uniformidad.

La bulimia nerviosa, que es más frecuente que la anorexia, consiste en episodios repetidos de ingesta de gran cantidad de alimentos (atracones), acompañados de la sensación de pérdida de control.

El trastorno alimentario es solo la punta del iceberg: el 10% es lo visible (el comportamiento, los síntomas) y el 90% está sumergido (las emociones y las inseguridades que originan la enfermedad: miedo, culpa, impotencia, autocrítica, soledad, frustración, pánico al rechazo, tristeza, ansiedad…).

Signos de alerta

Los padres o familiares cercanos conocen las rutinas y costumbres diarias por lo que pueden detectar cambios preocupantes en la conducta del afectado.

Signos conductuales

  • Saltarse comidas con todo tipo de pretextos. No acabarse la comida o tirarla.
  • Esconder o almacenar comida.
  • Ir al lavabo inmediatamente después de las comidas. Intentar ocultar vómitos o justificarlos.
  • Quejas sobre estreñimiento y uso de laxantes, diuréticos y/o pastillas para adelgazar.
  • Mostrar un interés repentino en cocinar y recetas. Preparar platos elaborados, pero no probarlos.
  • Informarse sobre la composición de los alimentos y su valor energético (contar calorías).
  • Alterar los hábitos alimentarios, aumentando la ingesta de verduras y frutas y reduciendo o eliminando la ingesta de hidratos de carbono, proteínas y grasas.
  • “Manías” con la comida. Cortarla o partirla en trozos muy pequeños, removerla en el plato, masticar mucho, cambios en la velocidad de la ingesta, etc.
  • Disfrutar cuando otros comen o animarles a hacerlo.
  • Masticar chicle continuamente o aumentar el consumo de bebidas dietéticas, café o té, normalmente con el objetivo de disimular el sentimiento de hambre.
  • Desaparición de grandes cantidades de comida, frecuentemente de “alimentos prohibidos” por ser hipercalóricos.
  • Aumento del ejercicio, que generalmente se realiza en solitario y de forma compulsiva.
  • Tolerar mal los cambios en las rutinas diarias, vivirlos con estrés y ansiedad.
  • Ocultar el cuerpo con ropa ancha para disimular su forma o una posible pérdida de peso.
  • Inquietud continúa. 
  • Alteración del rendimiento académico o laboral.

Signos emocionales y cambios en las relaciones con los demás

  • Miedo intenso a la ganancia de peso.
  • Insatisfacción importante con el propio cuerpo, la figura y el peso.
  • Distorsión de la imagen corporal (no percibir de forma realista el propio cuerpo).
  • Los únicos intereses son la comida, el ejercicio y el peso.
  • Baja autoestima y elevada autocrítica.
  • Bajo estado de ánimo o cambios frecuentes y bruscos, irritabilidad y/o ansiedad.

Ante síntomas o signos como los anteriormente mencionados lo primero es acudir a un profesional sanitario para la valoración de persona afectada y para iniciar un tratamiento con profesionales especializados si fuera necesario.

La recuperación total de los TCA es posible. La detección precoz, el inicio de un tratamiento especializado y el apoyo familiar son claves en el buen pronóstico de la enfermedad.

 

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