La diabetes gestacional es un tipo de diabetes que afecta a las embarazadas sin diabetes previa. Tiene su origen en los cambios metabólicos que genera el embarazo y que hacen que algunas mujeres presenten hiperglucemia; es decir, unos niveles de glucosa en sangre superiores a lo normal debido a una resistencia a la acción de la insulina.
La Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición recoge que la prevalencia de la diabetes gestacional está entre el 10 % y el 25 %, según la población estudiada y los criterios diagnósticos utilizados, y se estima que uno de cada siete embarazos cursa con diabetes gestacional.
Durante el embarazo, las hormonas producidas por la placenta hacen que la mujer desarrolle resistencia a la insulina, una hormona segregada por el páncreas que es necesaria para que la glucosa penetre en las células y estas puedan utilizarla como fuente de energía. Cuando el páncreas no puede producir suficiente insulina para compensar esa resistencia, aparece una hiperglucemia o incremento de los niveles de glucosa en sangre. Esto puede causar complicaciones tanto en la madre como en el bebé.
Lo habitual es que la diabetes gestacional desaparezca tras el embarazo. Sin embargo, existe un pequeño porcentaje de mujeres con diabetes gestacional que desarrollarán diabetes mellitus tipo 2 más adelante.
En muchos casos la diabetes gestacional no presenta síntomas o estos se confunden con molestias propias del embarazo. Por ello, en España se realiza un cribado de todas las mujeres embarazadas para saber si presentan riesgo de diabetes gestacional. Este cribado se realiza entre las semanas 24 y 28 de embarazo.
Para el diagnóstico se utilizan dos pruebas:
En la embarazada, la diabetes gestacional aumenta el riesgo de preeclampsia o hipertensión arterial, de aumento del líquido amniótico (polihidramnios), de parto prematuro y mayor frecuencia de cesáreas.
En el bebé, el aumento de los niveles de glucosa puede hacer que crezca más de lo normal (más de 4 kilos) y acumule una mayor cantidad de grasa, presentando lo que se denomina como macrosomía. Este trastorno puede aumentar las posibilidades de que se produzca una muerte fetal o perinatal, y la necesidad de una cesárea. También es mayor la posibilidad de hipoglucemia en las primeras horas del nacimiento, y el riesgo de necesitar ser ingresado en cuidados intensivos.
A largo plazo, la diabetes gestacional aumenta el riesgo de diabetes mellitus tipo 2 y enfermedades cardiovasculares tanto en la madre como en el bebé.
La obesidad y la diabetes gestacional de la madre también pueden afectar al desarrollo de los recién nacidos. Según un estudio publicado en la revista científica BMC Pediatrics, los hijos de madres con diabetes gestacional presentaban un mayor retraso en el desarrollo psicomotor en la primera infancia, y los niños con macrosomía tenían un percentil más alto de peso para la talla y un peor estado de salud general que los niños nacidos con un peso normal. Por otra parte, los hijos de madres obesas tenían peores habilidades de lenguaje verbal en la primera infancia y un percentil más alto de peso para la talla.
El objetivo del tratamiento de la diabetes gestacional es mantener los niveles de glucosa en sangre dentro de los valores recomendados. En la mayoría de los casos se consigue mediante cambios en la alimentación, acompañados de ejercicio físico moderado. Cuando estas medidas no son suficientes, el profesional sanitario decidirá si es adecuada la prescripción de tratamiento como la insulina u otros medicamentos.
No obstante, la mejor manera de prevenir la diabetes gestacional es cambiando los hábitos de vida antes del embarazo, como por ejemplo seguir una dieta equilibrada y realizar ejercicio físico diario para evitar el sobrepeso y la obesidad, que son dos de los principales factores que aumentan el riesgo de diabetes gestacional.
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