La enfermedad de Alzheimer es más frecuente en mujeres que en hombres; es más, ser mujer se considera un factor de riesgo de desarrollar dicha neurodegeneración. Las cifras hablan por sí solas: dos de cada tres personas que reciben un diagnóstico de alzhéimer son mujeres.
En el origen de dicha neurodegeneración están implicadas las proteínas beta-amiloide y la tau, que dañan la comunicación neuronal y hace que empiecen a aparecer los primeros síntomas.
Las mujeres también se llevan la peor parte al sufrir pasivamente la enfermedad, ya que ocho de cada diez personas de entre 45 y 65 años que se dedican al cuidado de estos enfermos son mujeres.
Al hablar de factores de riesgo en enfermedad de Alzheimer en mujeres hay que enumerar los siguientes:
Con la menopausia, los estrógenos empiezan a decaer, con lo cual su papel neuroprotector es menor hasta que se va perdiendo poco a poco. Esa protección de los estrógenos se establece a través del bloqueo de efectos nocivos de la proteína beta-amiloide sobre las neuronas, que reducen la cantidad de radicales libres e incrementan los antioxidantes.
También se sabe que las mujeres con una menopausia tardía, que tienen durante más tiempo estrógenos, presentan una mayor protección frente al alzhéimer. De hecho, hay estudios con técnicas de neuroimagen en los que se ha visto que durante la menopausia se produce una acumulación de placas de proteínas beta-amiloide, características de la enfermedad de Alzheimer.
Ya hemos comentado que la edad es el principal factor de riesgo de desarrollar alzhéimer, pero los últimos datos apuntan a que las mujeres presentan un mayor riesgo por diversos factores, además de que viven más años, como tener una mayor vulnerabilidad a la acumulación de la proteína tau, la falta de exposición a los estrógenos y factores de riesgo cardiovascular. También hay que sumar las características biológicas y sociales, los cromosomas sexuales, los cambios hormonales o las disparidades en el acceso a la educación.
La enfermedad de Alzheimer y la demencia vascular en mujeres no se puede prevenir, pero sí que los hábitos de vida saludable, centrados en una correcta alimentación e hidratación, la actividad física y no fumar pueden ayudar a reducir o retrasar la aparición de demencia.
Para reducir las probabilidades de sufrir demencia senil también hay que controlar los factores de riesgo, como son la hipertensión, la diabetes, el sedentarismo y la obesidad; sobre todo en mujeres postmenopáusicas. Mantenerse activa, física y mentalmente, es la clave.
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