La vuelta al cole también implica volver a la comida del comedor escolar. Según la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), los menús escolares deben ofrecer todos los aportes alimentarios para satisfacer las necesidades nutricionales en dicha etapa de la vida. Así, el almuerzo debe cubrir la tercera parte de las necesidades energéticas diarias.
Esto implica que muchos padres de niños con alergias alimentarias infantiles se preocupen por si puede surgir algún problema, ya que más del 30 % de los niños con alergia alimentaria son alérgicos a más de un alimento.
De hecho, se estima que en España la alergia alimentaria tiene una prevalencia del 7,4 %. Por eso, en la población infantil, la alergia alimentaria es una de las enfermedades alérgicas que se manifiestan de manera más precoz.
A pesar de estos datos no hay que alarmarse, puesto que en los centros escolares se tienen en cuenta las necesidades de los más pequeños con alergia al huevo, alergia a la leche de vaca, alergia a las legumbres y alergia a los frutos secos. Es más, los centros escolares están obligados a preparar menús especiales para cada caso de alergias alimentarias infantiles. Si los centros educativos no cuentan con las garantías necesarias para elaborar los menús especiales, deben proporcionar a los alumnos zonas de refrigeración y calentamiento para que puedan comer el menú preparado por su familia siguiendo las recomendaciones establecidas por su alergólogo.
Según la Asociación Española de Pediatría, en los niños menores de 4 años, los alimentos más comunes que pueden provocar alergia son:
Una vez cumplidos los 4 años también hay que vigilar si estos alimentos también les producen alergias:
Los síntomas de las alergias alimentarias en niños se pueden manifestar en distintos órganos. Así, en la piel puede aparecer eritema, picor, urticaria, erupción morbiliforme o angioedema.
En los ojos, puede manifestarse con picor, eritema en la conjuntiva, lagrimeo y edema alrededor del ojo.
También los niños con alergia alimentaria pueden tener congestión nasal, prurito, rinorrea, estornudos, edema laríngeo, ronquera, tos seca, disnea y sibilancias.
El aparato digestivo también se puede ver afectado por la alergia a los alimentos, con la aparición de náuseas, dolor abdominal, cólico, reflujo, vómitos o diarrea.
En algunas ocasiones puede surgir taquicardia, hipotensión y pérdida de consciencia.
La alergia y la intolerancia alimentaria son entidades diferentes que no se deben confundir. La alergia alimentaria es similar a la intolerancia, pero en este caso el sistema inmune sí que interviene, mientras que la intolerancia consiste en que un alimento o un componente de algún alimento no se puede digerir bien.
Para diferenciarlas, podemos fijarnos en los síntomas. Cuando hay una intolerancia alimentaria lo que produce son problemas digestivos, mientras que con la alergia alimentaria son más comunes los síntomas respiratorios.
Si te preguntas si la enfermedad celiaca es una alergia o una intolerancia, te recordamos que es algo más: una intolerancia permanente al gluten que, en las personas que están predispuestas genéticamente, produce una lesión grave en la mucosa del intestino y en las vellosidades intestinales. Eso hace que no puedan absorber bien los nutrientes de los alimentos y, por eso, se debe eliminar totalmente el gluten de la dieta.
Según un informe de la OCU, el consumo de arroz y patatas en los comedores escolares supera ligeramente las recomendaciones de entre 0,75 y 1 vez a la semana, mientras que el de legumbres no llega al mínimo de 1,5 veces a la semana. La Fundación Española de la Nutrición recomienda un consumo semanal de entre 3 y 4 raciones de legumbres.
El consumo de verduras se encuentra en una situación similar y en los menús escolares no suelen incluir verduras enteras, se suele optar más por purés y cremas.
Por su parte, las carnes, pescados y huevos deben estar presentes al menos una vez a la semana y como máximo 2 veces. Esta recomendación sí se cumple en los menús escolares, aunque recomiendan aumentar el consumo de pescado azul, al igual que sucede con los huevos. Los postres lácteos destronan a la fruta para finalizar la comida.
Para los niños que presenten alergias a los lácteos, el pescado, la leche y el huevo, hay que reemplazar esa fuente de nutrientes con otras similares que no les provoquen reacciones alérgicas.
Los niños con alergia alimentaria deben conocer su enfermedad, al igual que sus familiares y cuidadores. En la escuela deben estar al tanto de la alergia alimentaria de los más pequeños y evitar que entren en contacto con el alimento que les provoca reacción. No obstante, pueden surgir imprevistos a consecuencia de las reacciones cruzadas, de la presencia de algún alérgeno oculto en un alimento, por etiquetado incompleto…
Ante estas situaciones es importante mantener la calma y avisar al personal sanitario propio del centro escolar para que atienda al pequeño ante la presencia de alguno de los síntomas mencionados.
Para saber si un niño tiene alergia a algún alimento se suelen hacer las pruebas de provocación, que se realizan bajo estricto control médico para ver si se produce una reacción tras ingerir el alimento que provoca la alergia. También se deben determinar los niveles de IgE, mediante dos métodos: el prick test y la determinación en sangre de IgE específica al alérgeno en cuestión.
Fuente:
Consulta a tu farmacéutico.
Tu farmacia y tu farmacéutico de confianza siempre cerca y disponibles para ti.
#palabradefarmacia
y recibe un 5% de descuento en tu próximo pedido.
¡y mucho mas!