Recientemente, el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés) ha alertado sobre un repunte de casos de parvovirus B19 en Europa, conocido popularmente como el ‘virus de la bofetada’. Dicho anuncio ha generado preocupación entre muchas familias debido al desconocimiento general sobre la enfermedad. Sin embargo, el parvovirus B19 es, en la mayoría de los casos, una enfermedad benigna de la que los niños se recuperan rápidamente.
El eritema infeccioso o megaloeritema, conocido también como ‘virus de la bofetada’ o quinta enfermedad, es una infección viral que se reconoce fácilmente por una erupción rojiza en las mejillas, similar a una bofetada.
El parvovirus humano B19, responsable del eritema infeccioso, afecta principalmente a los niños en edad preescolar y escolar, aunque también puede aparecer en adultos, y es más frecuente en primavera.
Se trata de un parvovirus distinto al que afecta a los perros y los gatos, por lo que no es posible que mascotas y humanos puedan contagiarse mutuamente.
Al eritema infeccioso se le denomina quinta enfermedad porque ocupa el quinto lugar en la lista de enfermedades virales de la infancia que provocan erupciones o sarpullidos, después del sarampión, la escarlatina, la rubéola y el síndrome de la piel escaldada, con la roséola como la sexta.
El parvovirus se transmite a través de las gotitas de saliva que una persona infectada exhala al hablar, toser o estornudar. El contagio de una persona a otra se produce especialmente durante el periodo de incubación y al inicio de los síntomas inespecíficos, pero se detiene una vez que aparecen las erupciones cutáneas.
Durante el embarazo, es posible que la infección pase de la madre al feto. Aunque es raro que produzca complicaciones, en ocasiones puede causar un aborto involuntario, muerte intrauterina o problemas graves como anemia y edema fetal.
Los síntomas del ‘virus de la bofetada’ aparecen entre los 4 y los 14 días después de contraer la infección. Entre los síntomas iniciales se encuentran los siguientes:
Después de estos síntomas iniciales aparece la erupción cutánea en las mejillas. Posteriormente, se extiende a los brazos, piernas y tronco, aunque rara vez afecta las palmas de las manos o las plantas de los pies. La erupción forma un patrón reticular, similar a una filigrana (de ahí que la enfermedad se conozca como ‘virus de la bofetada’) y en ocasiones causa picor.
La enfermedad suele durar de 5 a 10 días, contando desde el inicio de la erupción, y durante las semanas siguientes el sarpullido puede reaparecer durante varias veces debido a diversos factores, como la luz del sol o el calor.
En ocasiones, pueden aparecer dolores articulares, especialmente en adolescentes o adultos, y complicaciones en personas con su sistema inmune comprometido, como las que sufren anemia de células falciformes o la infección por el VIH, en las que puede afectar a la médula ósea y causar una anemia grave.
El ‘virus de la bofetada’ se diagnostica a partir de la observación de las lesiones cutáneas, que son muy características. Ocasionalmente puede ser necesario un análisis de sangre.
El parvovirus es una enfermedad leve y benigna de la que los niños se recuperan rápidamente y sin complicaciones.
Puesto que desaparece por sí solo, el tratamiento se centra en aliviar los síntomas y las molestias. Si hay dolores articulares, fiebre o malestar, se puede administrar paracetamol o ibuprofeno. En todo caso, es fundamental consultar con el pediatra antes de administrar cualquier medicamento al niño.
Los niños infectados suelen dejar de ser contagiosos cuando están en la fase de erupción, por lo que pueden volver a su rutina habitual, incluido el colegio, aunque presenten la erupción cutánea.
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