Los más pequeños de la casa son muy propensos a sufrir congestión nasal, incluso en ocasiones sin necesidad de estar resfriados, por lo que descongestionar su nariz se convierte en algo habitual.
Una frase típica en este contexto es que el lavado nasal es “el pañuelo” de los niños pequeños que aún no saben sonarse, pero como bien sabes puede resultar molesto y desagradable y no suele gustar a los niños. De ahí que saber cómo y cuándo realizarlo es importante.
El lavado nasal es una técnica sencilla que consiste en aplicar una solución salina por la nariz para limpiar y arrastrar la mucosidad. Si se tiene en cuenta esta idea, resulta fácil responder: hay que hacerlos cuando sean necesarios para que el niño esté más cómodo y respire mejor.
Los mejores momentos son antes de comer, para facilitar su alimentación; y antes de dormir, para limpiar las vías respiratorias y facilitar el sueño.
Existen diferentes soluciones salinas que puedes adquirir en tu farmacia habitual. La elección dependerá de vuestras preferencias o con cuál os manejéis mejor. Si tenéis dudas, preguntad siempre a vuestro farmacéutico de confianza.
Las soluciones salinas para realizar el lavado nasal son: suero fisiológico o agua de mar. Al tener ambos una composición de agua y sal, solemos creer que se trata de la misma sustancia. No obstante, existen diferencias entre ambas.
El suero fisiológico es una solución al 0,9% de cloruro sódico en agua; se utiliza para los lavados nasales y oculares, así como para la limpieza de quemaduras y heridas. Mientras, el agua de mar, aunque también es una solución estéril de cloruro sódico, se obtiene directamente del mar a través de la filtración del agua, así conserva todos los minerales: potasio, sulfato, calcio y magnesio. Existen dos tipos, el agua de mar isotónica, cuya concentración de cloruro sódico es exactamente la misma que en el caso del suero fisiológico, un 0,9% y el agua de mar hipertónica, con una concentración de cloruro sódico del 2,3%.
La recomendación es que no se deben usar soluciones hipertónicas en menores de seis meses.
Es muy importante que muestres confianza en lo que haces para darles seguridad. La mejor manera es tumbar al niño de lado sin reclinar la cabeza hacia atrás. Hay que sujetarlo con firmeza y determinación y echar la solución salina por el orificio que queda arriba, sin titubeos. Una vez que ha entrado el líquido se le puede incorporar o sentar para favorecer la expulsión de la mucosidad. Esta misma operación se repite en el otro orificio nasal, girando la cabeza hacia el lado contrario.
En las farmacias también se pueden adquirir aspiradores nasales de varios tipos. Son útiles, pero deben usarse con mucha moderación. La aspiración no tiene que convertirse en un hábito ya que puede secar o lesionar la mucosa nasal, inflamarla y causar justo el efecto contrario al que buscamos. Consulta siempre con el pediatra.
• Compra suero fisiológico o agua de mar de tamaño pequeño o en monodosis, así evitarás la utilización del mismo dispositivo catarro tras catarro y la contaminación por gérmenes.
• Cada miembro de la familia debe usar un dispositivo diferente para evitar contagios.
• Suele ser suficiente aplicar entre 1,5-2 ml en cada fosa nasal en niños pequeños y máximo 5 ml en mayores.
• La sensación será menos desagradable si la solución está a temperatura ambiente.
Consulta a tu farmacéutico.
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