El verano es sinónimo de días calurosos y refrescantes momentos en el agua, ya sea en la playa, la piscina o el río. Pero junto con la diversión acuática, también surge una preocupación recurrente en muchas familias: el temido "corte de digestión".
Lo cierto es que este concepto está muy arraigado en la cultura popular, sobre todo cuando se trata de proteger a los más pequeños. De hecho, padres y cuidadores suelen ser cautelosos y, con buena intención, aconsejan a los niños esperar un tiempo prudencial antes de meterse en el agua después de una comida.
Tradicionalmente, se ha recomendado esperar al menos dos horas después de comer antes de sumergirse en el agua, debido a la creencia de que el baño inmediato tras las comidas puede provocar un “corte de digestión”, algo así como un colapso del sistema digestivo, llevando a incidentes potencialmente peligrosos como calambres o ahogamientos.
Sin embargo, desde la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES) recuerdan que el “corte de digestión” no existe y que no hay ninguna contraindicación para bañarse tras comer, tal y como recoge una revisión de la evidencia existente realizado para la Cruz Roja Americana.
Tal y como explica SEMES, este concepto se confunde con la hidrocución o shock termodiferencial, que se produce por un cambio brusco de la temperatura corporal al entrar en contacto con el agua fría.
Esto puede ocurrir en distintas circunstancias, como por ejemplo después de estar expuesto al sol durante mucho tiempo, de hacer ejercicio físico intenso o de las comidas, momento en el que aumenta el flujo sanguíneo al aparato digestivo y se incrementa la temperatura corporal, de ahí que este trastorno se relacione con la digestión.
En estas situaciones, el contacto con el agua fría hace que se produzcan cambios en la presión arterial y la frecuencia cardiaca, entre otros. Esto desencadena síntomas como náuseas, dolor de cabeza, mareos, escalofríos, visión borrosa, pérdida de conocimiento y, con muy poca frecuencia, paros cardiacos.
La mejor manera de prevenir una hidrocución o shock termodiferencial es aclimatar el organismo antes de sumergirse completamente en el agua, para lo que se pueden seguir estas recomendaciones:
En ocasiones los síntomas causados por la hidrocución pueden provocar sustos en el agua e incluso ahogamientos. Por ello, es importante no solo prevenir estos episodios sino también actuar con rapidez en el caso de que se produzcan.
Según el Grupo de Socorrismo de SEMES, en España el 80 % de los ahogamientos se concentran en los meses de verano, de junio a septiembre, y cada año se produce una media de 400 fallecimientos por esta causa.
Muchos de estos ahogamientos son consecuencia de realizar los baños sin supervisión, en el caso de los más pequeños, o por no atender las advertencias y señalizaciones de ríos, pantanos y playas, como por ejemplo las banderas rojas.
Sin embargo, desde SEMES recuerdan que la mayoría de estas tragedias son prevenibles y que para evitarlas es fundamental promover la educación de los bañistas para que conozcan el significado de la señalización de las zonas acuáticas, el uso correcto de elementos de flotación, como manguitos y flotadores, o las medidas básicas de primeros auxilios.
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