Los cólicos del lactante son bastante frecuentes, pues uno de cada cuatro niños los padece durante los primeros meses de vida. Es normal que un bebé llore en determinadas situaciones: porque tenga hambre o sed, incomodidad por calor, frío o el pañal mojado, ruido ambiental o, simplemente, como forma de reclamar atención o contacto de sus padres. En esos casos el bebé se tranquiliza si se satisfacen sus demandas. Pero en los cólicos del lactante el bebé sigue llorando.
Los cólicos del lactante se definen como episodios recurrentes y prolongados de llanto intenso o irritabilidad, que suceden sin una causa aparente y que a los padres les cuesta mucho resolver. Pocas cosas pueden ser más frustrantes para unos padres que ver a su bebé llorando de manera continua sin causa aparente.
Estos episodios de llanto, que aparecen de manera repentina, pueden durar desde minutos a horas, durante las cuales el bebé se muestra vigoroso, cierra los puños, encoge las piernas sobre el abdomen y presenta la cara enrojecida debido al esfuerzo.
La causa de los cólicos del lactante no se conoce bien, por lo que se han propuesto diversas explicaciones. Pueden estar influidos por factores psicológicos y sociales, como una excesiva estimulación del bebé, una respuesta exagerada o ansiosa ante su llanto, cambios constantes en la rutina diaria, así como el cansancio y la inexperiencia de los padres (es más frecuente en el primer hijo). Por parte del bebé puede existir una hipersensibilidad ante determinados estímulos.
También se plantean causas digestivas, como la propia inmadurez del aparato digestivo de los bebés, con mucha facilidad para que las fibras musculares del intestino se contraigan generando cólicos dolorosos y dificultad para expulsar los gases. Pueden influir alteraciones en la flora bacteriana intestinal o la presencia de estreñimiento.
Suelen aparecer a partir de los 15 días de vida, siendo especialmente frecuente en torno al mes y medio y desapareciendo hacia los 4 meses de edad. Por esa razón, se conocen también como cólicos del primer trimestre. Si el bebé sigue llorando excesivamente después de esta edad, la causa de sus llantos podría ser otro problema de salud. El pediatra le ayudará a descartar que el llanto se deba a otro tipo de problemas o a alguna enfermedad.
No hay ningún tratamiento que, aplicado de forma aislada, se haya demostrado que haga remitir los cólicos. Pero hay formas de hacer que la vida sea más fácil, tanto para los padres como para su bebé.
El uso del chupete es una práctica común para calmar a los bebés, pero su eficacia específica para aliviar los cólicos no está respaldada de manera concluyente por la evidencia científica.
Los resultados de los estudios que han analizado el cambio o la alternancia de la estimulación del lactante mediante el uso del chupete y otras estrategias, como los paseos en coche, en el carrito o la natación, no han demostrado eficacia. Solo uno de los estudios realizados al respecto mostró una disminución del 43 % de los cólicos respecto al grupo de control, pero con importantes sesgos que no permiten que sea concluyente, según indica la Asociación Española de Pediatría.
No existen evidencias concluyentes de que las técnicas de manipulación corporal, espinal y osteopática, y la quiropráctica sean efectivas en el tratamiento del cólico del lactante, y tampoco se conocen los posibles daños que la manipulación musculoesquelética pueda causar en el bebé. Por lo que no se recomiendan este tipo de intervenciones.
Algunos estudios sugieren que terapias manuales como los masajes podrían reducir el tiempo de llanto, pero los beneficios tampoco son estadísticamente significativos.
Por último, este mensaje va dirigido a los padres. Cuidar de un bebé con cólicos puede ser bastante frustrante, así que como padres asegurad también vuestro cuidado.
No conviene culparse por el llanto constante del bebé: el cólico no es culpa de nadie.
En caso de lactancia materna, se aconseja a la madre no tomar café, bebidas a base de cola u otros estimulantes; evitar la fatiga y el agotamiento; realizar una siesta diaria si no descansa por la noche; salir de casa para despejar la mente, y, muy importante, pedir ayuda.
Afortunadamente, pese a todas las preocupaciones que pueden generar, los cólicos del lactante son un trastorno benigno, que desaparece por sí solo tras los primeros meses de vida y que no produce secuelas en el niño. Si tienes más dudas o necesitas consejo, además de tu visita periódica al pediatra, siempre tendrás cerca de ti a tu farmacia de confianza.
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