La importancia de la microbiota o flora intestinal es algo de lo que no se deja de hablar en los últimos años: solo hay que echar un vistazo a las estanterías de los libros más vendidos de las librerías o meterse un rato en las redes sociales de los influencers de salud con más seguidores. Como suele pasar en el campo de la nutrición, este boom va de la mano de un bombardeo de términos confusos, propiedades milagrosas, teorías negacionistas…
Por eso, en este artículo vamos a aclarar cuatro de los principales términos relacionados con la salud del intestino de la manera más clara posible y sin meternos en berenjenales. Estos tres términos son: probióticos, paraprobióticos, prebióticos y postbióticos. Y haremos especial hincapié en el mundo de los probióticos.
De estos cuatro componentes los más interesantes para nuestro organismo son los primeros, los probióticos, ya que son los que pueden brindarnos más beneficios, y por un tiempo más prolongado, para la salud y el bienestar. Por ejemplo, se ha demostrado científicamente que pueden ayudar a reforzar el sistema inmunitario, a aliviar los síntomas de la enfermedad de Crohn y del colon irritable, a tratar diferentes tipos de diarreas, a mejorar el estreñimiento en lactantes o a combatir la dermatitis, así como a digerir ciertas vitaminas, minerales, ácidos grasos y enzimas.
Cada uno de nosotros tenemos un trillón de bacterias, número mayor que el de células humanas en nuestro cuerpo. Estas bacterias se agrupan en comunidades muy elaboradas y complejas que forman parte, de una manera u otra, de prácticamente todos los procesos de nuestro cuerpo, desde la digestión hasta la regulación de la serotonina; y aún queda mucho por descubrir. Por eso estamos viviendo un auge de los complementos probióticos y de la comida y bebida fermentada.
La principal diferencia entre los complementos probióticos y los alimentos fermentados radica en la cantidad y variedad de los microorganismos que contienen. Así, los complementos probióticos son una manera muy controlada de consumir bacterias y levaduras, ya que puedes comprobar qué cepa concreta contienen. Mientras que los alimentos fermentados de manera natural contienen una mayor representación de tipos de bacterias y levaduras, pero es difícil saber cuáles.
Un fermento sin procesar, como un chucrut o un kimchi casero, contiene muchas enzimas, así como vitaminas, como la A, B, C y D; o minerales como magnesio, potasio, sodio y calcio. Todos ellos pueden contribuir al adecuado funcionamiento de nuestro intestino.
Pero los alimentos fermentados no solo son interesantes desde el punto de vista nutricional: su interés organoléptico y de conservación ha generado curiosidad desde hace milenios, y últimamente están volviéndose muy populares entre los grandes cocineros. Esto se debe a que la fermentación despierta en los alimentos unas características que no se pueden comparar con las que conseguimos con otros medios de cocinado a nivel de sabor, color, textura y aroma. Y, además, suele ser un proceso muy económico y sencillo, si tenemos en cuenta unas normas básicas.
A pesar de todos los beneficios para la salud de los que te hemos hablado, el consumo de probióticos y comidas fermentadas puede estar contraindicado en personas que sufren determinadas patologías, sobre todo a nivel gastrointestinal, por lo que te recomendamos que, si te surgen dudas, consultes tu caso concreto con un especialista.
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