En la era de la información, la búsqueda constante de la dieta perfecta y el control riguroso de la alimentación han llevado a muchos a una relación complicada con la comida. Sin embargo, se alza una voz que desafía este paradigma: la autocompasión.
En lugar de ceder ante la presión de la cultura de la dieta, este enfoque propone una revolución basada en el amor propio y la aceptación. Exploraremos cómo dejar de lado el mito del autocontrol puede ser el catalizador para una transformación real y duradera en nuestra alimentación.
En un mundo que idealiza la fuerza de voluntad y el autocontrol, la pregunta crucial es si estos conceptos realmente nos conducen hacia una relación saludable con la comida. Al decir "no" al autocontrol no estamos apostando por la indulgencia descontrolada, sino por una exploración más profunda de la motivación detrás de nuestras elecciones alimenticias.
Está demostrado que el autocontrol no es una solución a largo plazo, sino que es, muchas veces, la causa que nos lleva a perpetuar esa cultura de la dieta en nuestra sociedad.
La culpa asociada con no cumplir con las expectativas de autocontrol puede convertirse en un obstáculo significativo. Sin embargo, en lugar de castigarnos, la autocompasión sugiere que nos tomemos un momento para entendernos. ¿Cuáles son los desencadenantes emocionales detrás de nuestras elecciones alimentarias? ¿Qué necesidades no satisfechas están latentes?
Conocerse a uno mismo no solo desarma la culpa, sino que también proporciona una base sólida para un cambio real. Conocernos puede proporcionarnos una extensa “caja de herramientas”, donde el comer emocional solo sea una más de muchas alternativas para autorregularnos.
La dicotomía de alimentos "buenos" y "malos" perpetúa la rigidez de la dieta. La autocompasión nos invita a ver más allá de estas etiquetas y explorar alternativas que satisfagan nuestras necesidades y deseos sin juicio. Al desafiar la idea de que ciertos alimentos son intrínsecamente malos, encontramos espacio para elecciones alimentarias informadas y placenteras.
La autocompasión no es simplemente una idea abstracta; es una habilidad que se puede aprender. En lugar de caer en la trampa de la autocrítica, practiquemos la autocompasión al reconocer nuestra humanidad compartida. Todos cometemos errores, y esos errores no definen nuestra valía ni nuestra capacidad para tomar decisiones saludables. La autocompasión nos ofrece la posibilidad de aprender y crecer a partir de nuestras experiencias.
La respuesta es “sí”, en contra de lo que nos han inculcado con la mejor intención de fomentar nuestra superación personal.
Pensar que hacemos las cosas mejor de lo que las hacemos es un verdadero reto. La presión de cumplir con estándares inalcanzables a menudo nos lleva a creer que debemos hacer las cosas mejor de lo que pensamos.
La autocompasión desafía esta noción, invitándonos a aceptar nuestras imperfecciones con amabilidad. Al liberarnos de la trampa de la perfección, nos abrimos a un cambio auténtico y sostenible.
Debemos comprender que decir "no" al autocontrol no es una renuncia a la responsabilidad, sino un acto de amor propio. La autocompasión surge como el antídoto contra la cultura de la dieta, liberándonos de la restricción y permitiéndonos abrazar elecciones alimenticias amables y conscientes.
La verdadera fuerza de voluntad no se encuentra en la rigidez, sino en la capacidad de amarnos lo suficiente como para tomar decisiones informadas, sabiendo que merecemos una relación positiva y compasiva con la comida.
La autocompasión no es solo para situaciones relacionadas con la comida; es una filosofía de vida. Cultivar la autocompasión implica integrarla en todas las áreas de nuestra existencia. Desde cómo nos relacionamos con el estrés hasta cómo enfrentamos los desafíos diarios, la autocompasión se convierte en una guía que nos permite navegar por la vida con fluidez y aceptación.
Si esta filosofía va con tu forma de concebir la alimentación te recomiendo estos dos artículos: 10 pasos para salir de la dieta estricta y ‘reaprender’ a comer sano y Porqué debes decir "no" a las dietas milagro.
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