Porqué debes decir "no" a las dietas milagro

Porqué debes decir "no" a las dietas milagro
Redacción Welnia
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Welnia

jul 19, 2021
Muchos de vosotros habéis oído hablar de este tipo de dietas, pero hay una serie de características que nos hacen darnos cuenta de que estas dietas mágicas, maravillosas y estupendas pueden terminar dando lugar a una infinidad de problemas, siendo muchas veces peor el remedio que la enfermedad. ¿Cómo podemos detectar estas dietas milagro?¿Cuales son sus consecuencias para nuestra salud?

Las dietas milagro no son exclusivas del verano, di bien es cierto que durante esta época hacen su particular “agosto”. 

Estas dietas no tienen una base científica, exageran resultados o propiedades que la mayoría de las veces no están probados y son peligrosas porque, de seguirlas, pueden producir en nosotros una carencia de nutrientes esenciales, vitaminas y minerales necesarios para el buen funcionamiento del organismo. 

¿Cómo podemos detectar que estamos ante una dieta milagro? 

Hay una serie de características que permiten percatarse de que esa dieta mágica, maravillosa y estupenda es una dieta milagro que va a terminar dando lugar a una infinidad de problemas, siendo muchas veces peor el remedio que la enfermedad.

Esas características que no deben pasar desapercibidas, son las siguientes: 

  • Son dietas que aportan muy pocas calorías.  
  • El peso se pierde fundamentalmente como consecuencia de la pérdida de músculo y no de grasa, que es lo correcto. 
  • Hay una rápida pérdida de peso, que va seguida de una aún más rápida ganancia de este, lográndose finalmente más kilos de los que inicialmente había; es lo que técnicamente se conoce como efecto rebote.  
  • Afirman ser dietas seguras, pero no fomentan un estilo de vida saludable: ni dieta equilibrada, ni ejercicio físico.   ​

Aunque ya existen multitud de dietas, cada año aparecen nuevas propuestas que prometen grandes pérdidas de peso en poco tiempo. Algunas de las más conocidas son las siguientes:

Dieta de la… 

Estas dietas se basan en el consumo únicamente de un alimento.  

¡Quién no ha oído hablar de la dieta de la alcachofa o de la piña!  

Se trata de dietas que pueden alterar el funcionamiento del aparato digestivo y provocan desnutrición, pues el cuerpo deja de recibir buena parte de los nutrientes que necesita.  

Dietas ricas en hidratos de carbono 

Se basan en comer principalmente alimentos con fibra y limitar el consumo de proteínas y grasas. Esto se traduce básicamente en comer cereales (y derivados lógicamente) y legumbres, suprimiendo alimentos de origen animal, frutas y verduras.  

El resultado es una peligrosa disminución de nutrientes fundamentales: vitaminas (principalmente vitamina E y algunas del grupo B), ciertos minerales y ácidos grasos del tipo w-3.​

Dietas pobres en energía 

Son dietas que aportan entre 1000 y 1500 Kcal al día. Una alimentación basada en esta dieta es peligrosa, pues provoca una deficiencia de vitaminas y minerales, que se traduce en  mareos, sequedad de piel y malestar general. ​

Dietas disociadas 

Consisten en no mezclar diferentes tipos de alimentos, es decir, tomar hidratos de carbono y proteínas en diferentes tomas, pero nunca juntos.  

Estas dietas parten de una idea que es falsa: el organismo no digiere al mismo tiempo hidratos de carbono y proteínas. 

Producen adelgazamientos rápidos, pues muchas de ellas son hipocalóricas y algunas no incluyen los hidratos de carbono.  

Las dietas que no contienen dichos hidratos de carbono favorecen un problema que en la persona obesa o con sobrepeso no existe: la denominada cetosis, consistente en que el cuerpo utiliza las grasas para obtener energía, cuando lo correcto es que dicha energía proceda de los hidratos de carbono. 

Evidentemente esto se asocia a desequilibrios y problemas de salud diversos.  ​

Consecuencias 

Todas estas dietas suponen un riesgo para la salud, con una obsesión exagerada por el peso y con posibles problemas de anorexia y bulimia. 

Por si esto no fuese suficiente, también tiende a aparecer: 

  • Efecto rebote. Al abandonar la dieta, lo más habitual es conseguir más kilos de los que había al inicio. 
  • Alteraciones en la piel. La piel, al escasear muchos nutrientes esenciales, tiende a perder brillo, luminosidad y se vuelve más seca. El pelo y las uñas se vuelven frágiles, rompiéndose estas últimas con bastante facilidad.  
  • Malos hábitos alimentarios. Se tiende a comer de forma monótona y repetitiva, limitándose o incluso suprimiéndose alimentos que son necesarios para el buen funcionamiento del organismo. 
  • Ansiedad, insomnio, irritabilidad. Al perder peso y comer de forma irregular, aumenta la irritabilidad y el mal humor, entre otras razones porque se pierde el componente placentero o lúdico que implica la comida.  
  • Alteraciones metabólicas: cetosis, acidosis (forma de técnica de llamar a una alteración caracterizada por el aumento de la cantidad de ácidos en los líquidos corporales), arritmia (latido cardíaco irregular) y utilización de las proteínas para conseguir la energía que el cuerpo necesita para funcionar con normalidad.​

Para que una dieta no suponga riesgos para la salud y además sea efectiva, debe cumplir toda una serie de requisitos, debiendo ser supervisada por un experto y estando adaptada a las condiciones de salud de cada persona en particular. 

Es fundamental que la pérdida de peso sea gradual, pero es aún más importante que la persona se acostumbre a llevar una dieta saludable, de la que desaparezcan alimentos poco adecuados como los precocinados y otros similares.    

No hay que dejarse llevar por modas. Lo aconsejable es ponerse en manos de un profesional que hará un estudio para conseguir una pérdida de peso correcta, controlada y adaptada a las condiciones de salud de cada cual.​

Las dietas milagro sólo son un reclamo comercial más, con el agravante de que hacen peligrar la salud de quienes las siguen. 

 

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