Beber agua en cantidades suficientes nos ayuda a evitar cualquier estado de deshidratación. Cuando estamos deshidratados, podemos ver disminuida nuestra capacidad intelectual, la concentración, el rendimiento físico y la memoria. También podemos sufrir dolores de cabeza y un mayor cansancio. Además, con la deshidratación aumenta el esfuerzo cardiovascular y si es severa, puede costar la hospitalización. Según datos de diferentes estudios de la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) gran parte de la población europea bebe menos agua de la cantidad recomendada.
En las épocas calurosas es necesario, más que nunca, que extrememos las precauciones para no sufrir una deshidratación. Debemos concienciarnos de lo esencial que es hidratarnos correctamente y debemos estar más alerta que nunca para no sufrir un golpe de calor.
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