El «Pie de Atleta», «Tiña Podal» o «Tiña del Pie», es una infección altamente contagiosa, causada generalmente por unos hongos llamados dermatofitos, que se nutren de la queratina de la piel. Generalmente, comienza en los dedos de los pies, pero se puede extender a los talones, las plantas e incluso a otras partes del cuerpo, como las manos o las ingles. Esta infección suele aparecer en el espacio que hay entre los dedos de los pies (con frecuencia, entre el cuarto y el quinto dedo).
El término “Pie de Atleta” se debe a que los atletas y deportistas, en general, tienen una mayor incidencia de este tipo de infecciones por la intensidad de su ejercicio, que les condiciona elevados valores de temperatura y humedad en el pie.
Es una de las infecciones contagiosas más comunes que existen, de hecho, el 20% de los sujetos son portadores asintomáticos. El contagio se produce por transmisión directa de persona a persona, así como por contacto con superficies húmedas.
El Pie de Atleta es más frecuente en los meses de verano, ya que durante estos meses solemos andar más tiempo descalzos en duchas, piscinas públicas y gimnasios, compartiendo superficies mojadas y húmedas, condiciones ideales para la propagación del hongo.
Sin embargo, también es posible contagiarse en invierno si no tomamos ciertas precauciones.
Algunas de las situaciones que aumentan el riesgo de contagiarnos de pie de atleta son:
Los síntomas más comunes son:
- Piel agrietada y con escamas entre los dedos o en los laterales del pie.
– Picor y rojeces.
– Ardor o escozor.
– Ampollas que supuran (salida de líquido) o forman costra.
- Mal olor.
Existen tres tipos:
– Lavar bien los pies con agua y jabón y secarlos completamente con mucho cuidado, especialmente entre los dedos. Repetir al menos dos veces al día.
– Usar zapatos bien ventilados y fabricados de un material natural como el cuero; no usar calzado de plástico. Puede ser útil alternar zapatos cada día de manera que puedan secarse por completo entre una vez que se usen y la siguiente. Sería recomendable mantener los pies el mayor tiempo posible en contacto con el aire.
– Usar calcetines de algodón y cambiarlos tan frecuentemente como sea necesario para mantener los pies secos, sobre todo después de hacer deporte.
– Mantener las uñas cortas y limpias.
– Evitar frecuentar descalzo vestuarios, duchas o baños públicos; emplear chanclas.
– No compartir calcetines y zapatos con otras personas.
– Utilizar polvos antimicóticos o talcos para prevenir el pie de atleta si es frecuente su aparición.
El tratamiento de elección, normalmente, es una solución (pomada, aerosol, polvo o loción) antifúngica. No suele requerir receta, pero pregunta a tu farmacéutico para saber cuál es la mejor opción para ti. Si la infección no mejora en 2- 4 semanas o reaparece con frecuencia, él te derivará al especialista para que valore la patología y prescriba el tratamiento más adecuado.
Consulta a tu farmacéutico.
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