“Hacer ejercicio” puede ser muchas cosas al mismo tiempo y puede adaptarse a todo tipo de personas según edad, preferencias, aptitudes o limitaciones físicas. “Hacer ejercicio” puede ser jugar al fútbol, al pádel, al baloncesto, bailar, correr, andar, ir al gimnasio, nadar, subir escaleras y un largo etcétera de opciones. El ejercicio tiene tantos beneficios para la salud, que cualquier cantidad es mejor que ninguna. La clave para obtener el máximo beneficio es la regularidad. El mejor modo para conseguirlo es hacer del ejercicio parte de la rutina diaria, es decir, convertirlo en un hábito.
Los hábitos son una secuencia de acciones que realizamos de manera automática. Cuando logramos formar un hábito, este se adapta a nuestra rutina e incluso llegamos a necesitarlo. A continuación te damos algunas estrategias sencillas que pueden ayudarte.
No solo te plantees ¿qué ejercicio voy a hacer? también pregúntate: ¿dónde haré este ejercicio? ¿cómo? ¿por cuánto tiempo? ¿en qué momento del día? ¿qué necesito para hacerlo? y sobre todo ¿es realista lo que me estoy proponiendo?
La mayoría de las personas que empiezan a practicar ejercicios colocan el listón muy alto de manera que al cabo de unos días no solo sienten el cuerpo dolorido sino que también se desmotivan. Como la motivación es clave para crear un hábito sólido, es importante que empieces con ejercicios muy sencillos, ejercicios que quizás no marquen la diferencia desde el punto de vista físico pero que te ayudarán a mantener la motivación.
El mejor recordatorio es una actividad que ya sea un hábito en tu rutina. Desarrolla un ritual que te facilite comenzar. Los hábitos se activan ante determinados estímulos. De esta forma te resultará mucho más fácil dar ese primer paso cada día. De hecho, el secreto para formar un hábito radica precisamente en disfrutar de los primeros momentos, en crear estímulos agradables que activen esas respuestas automáticas. Una vez que hayas encontrado tu rutina, todo será más fácil.
El objetivo es tener un plan de acción que seguir que te diga qué hacer cada día. Incluye “citas de ejercicio” en tu calendario. Revisa tu progreso para mantenerte motivado. Usa una aplicación en su teléfono móvil. Incluso puedes marcar en un calendario cada día qué tipo de ejercicio has realizado y el tiempo empleado.
Cuando comenzamos a practicar ejercicio físico normalmente tenemos un objetivo en mente que puede ser perder peso, tonificar los músculos o mejorar nuestra salud. Sin embargo, estos son objetivos que se logran a largo plazo y si nos focalizamos obsesivamente en ellos al inicio, solo lograremos perder la motivación pues es probable que no avancemos tan rápido como nos gustaría. Una vez que te hayas acostumbrado a practicar deporte, encontrarás mil formas para mejorar.
Antes, hablábamos de elegir ejercicios sencillos o una actividad adecuada. Otro aspecto importante puede ser hacer deporte en compañía. Nuestra motivación será mayor y, además, la actividad pasará de ser una obligación a convertirse en el momento del día ideal para desconectar y pasar un rato divertido.
Por último, NO TE DESANIMES. Pueden pasar semanas o meses antes de que notes algunos de los objetivos que te habías propuesto. Si pierdes algunos días, no abandones y planea comenzar de nuevo la próxima semana.
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