El vitíligo es una enfermedad cutánea que afecta a entre el 0,5 % y el 2 % de la población, lo que significa que hay entre 40 y 80 millones de personas con vitíligo en todo el mundo.
El vitíligo es una patología que afecta tanto a la piel como a la mucosa y que se caracteriza por la pérdida de pigmentación en la piel y ocurre cuando el sistema inmunológico del organismo ataca y destruye los melanocitos, que son las células responsables de producir el pigmento que da color a la piel, al cabello y a los ojos. Puede afectar a cualquier parte del cuerpo, aunque es más frecuente en áreas expuestas al sol, como la cara, el cuello y las manos.
El vitíligo puede ser muy estresante e incluso estigmatizante para las personas que lo padecen, ya que, en ocasiones, afecta a su autoestima y calidad de vida.
El vitíligo se clasifica en dos formas principales: no segmentario y segmentario.
El vitíligo no segmentario se distribuye afectando a cualquier parte del cuerpo y es la forma más frecuente, mientras que el vitíligo segmentario afecta a zonas más concretas de la piel siguiendo las denominadas metámeras, que son zonas de distribución lineal. Estas formas segmentaria y no segmentaria tienen, a su vez, distintos subtipos e incluso pueden asociarse.
La autoinmunidad es la causa principal de la destrucción de melanocitos que se produce en el vitíligo. Otros factores como los ambientales, genéticos o el estrés oxidativo, pueden desencadenarlo o hacer que sea más rápido.
Se cree que el vitíligo es una enfermedad autoinmune en la que el sistema inmunológico ataca y destruye las células productoras de pigmento (melanocitos) en la piel. En su origen también existe un importante componente genético: se estima que cerca del 20 % de los pacientes con vitíligo tienen al menos un familiar de primer grado con esta enfermedad, y el riesgo de padecerla para los familiares de primer grado aumenta entre 7 y 10 veces.
Entre los factores desencadenantes del vitíligo están el estrés emocional, el trauma físico, la exposición al sol y ciertos productos químicos.
El objetivo del tratamiento del vitíligo es modular la respuesta inmune ante esta situación. Para ello, se utilizan tratamientos tópicos, como los corticosteroides, los inhibidores de la calcineurina y los inmunomoduladores, como tacrolimus, que modula la respuesta inmune a través de la inhibición de la transducción de señales en los linfocitos T y, por tanto, impiden su correcta transcripción. En el tratamiento del vitíligo también se puede usar la fototerapia, como la luz UVB de banda estrecha, para estimular la producción de melanocitos; fotoquimioterapia oral, utilizando metoxaleno (fotosensibilizante e inmunomodulador), y rayos UVA.
En casos graves, se pueden emplear tratamientos sistémicos, como los corticosteroides orales, para modular la respuesta inmunitaria y estimular la producción de melanocitos, y tratamientos quirúrgicos, como los injertos de piel, para trasplantar melanocitos de áreas no afectadas a áreas afectadas.
En los últimos años, se han producido avances significativos en el tratamiento del vitíligo. Los investigadores están trabajando en nuevas terapias que utilizan células madre para restaurar la pigmentación de la piel y se están estudiando terapias inmunomoduladoras que pueden ayudar a controlar la respuesta autoinmune que causa el vitíligo.
Recientemente, el Comité de Medicamentos de Uso Humano (CHMP) de la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) ha emitido una opinión positiva recomendando la aprobación de un nuevo medicamento, ruxolitinib en crema, para el tratamiento del vitíligo no segmentario con afectación facial en adultos y adolescentes a partir de 12 años. Esta aprobación es una gran noticia para los pacientes que sufren la enfermedad, que hasta ahora no contaban con un tratamiento efectivo.
El ruxolitinib es un fármaco que ya se utiliza en forma de comprimidos para tratar enfermedades como la mielofibrosis y la policitemia vera. La nueva formulación en crema se ha desarrollado específicamente para el tratamiento del vitíligo.
Se aplica directamente sobre las zonas afectadas de la piel y actúa inhibiendo la señalización de la proteinquinasa JAK, que median la transducción de señales encargadas de la hematopoyesis y función inmune.
La opinión positiva del CHMP se basa en los resultados de dos ensayos clínicos en fase 3 en los que se evaluó la seguridad y eficacia de ruxolitinib en crema en comparación con placebo. Los pacientes tratados con ruxolitinib mostraron una repigmentación facial y corporal significativa y alcanzaron los objetivos del estudio, en comparación con los tratados con placebo.
En general, el ruxolitinib en crema fue bien tolerado y no se observaron efectos secundarios graves.
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