El sudor es un líquido secretado por las glándulas sudoríparas de la piel con el fin de regular la temperatura del organismo y enfriarlo liberando calor a través de la evaporación. Está compuesto principalmente por agua, pero también contiene electrolitos, como sodio, potasio y cloruro, además de urea, lactato y glucosa.
Existen dos tipos principales de glándulas sudoríparas:
El sudor en sí mismo es inodoro y el mal olor corporal aparece cuando las bacterias en la piel descomponen el sudor.
La cantidad de sudor que una persona puede producir depende de numerosos factores, la genética, el sexo, la edad, el nivel de forma física, la aclimatación al calor y factores ambientales. Normalmente, una persona suda entre 0,5 y 1 litro al día, pero durante el ejercicio intenso o en climas cálidos puede llegar hasta 10 litros.
La sudoración excesiva, o hiperhidrosis, puede indicar problemas de salud como enfermedades metabólicas, infecciones o trastornos del sistema nervioso, mientras que la anhidrosis, incapacidad para sudar, también es peligrosa y puede causar golpes de calor.
Aunque la distinción entre desodorantes y antitranspirantes no siempre es clara debido a sus mecanismos de acción superpuestos, generalmente se acepta que los antitranspirantes reducen la cantidad de sudor excretado, mientras que los desodorantes previenen o retrasan la degradación bacteriana del sudor.
Los antitranspirantes utilizan principios activos que inhiben la producción de sudor en las glándulas sudoríparas. Por su parte, los desodorantes son cosméticos diseñados para impedir, reducir o eliminar el mal olor corporal causado por la descomposición bacteriana del sudor. Contienen sustancias antisépticas que inhiben la proliferación de bacterias en la piel, limitando así la producción de compuestos que causan mal olor.
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