El 16 de mayo se celebra el Día de la Enfermedad Celiaca, un trastorno causado por la intolerancia al gluten que afecta a la pared intestinal y genera numerosos síntomas digestivos. Sin embargo, pocas personas saben que la intolerancia al gluten también puede tener manifestaciones cutáneas, como la dermatitis herpetiforme, también conocida como la ‘celiaquía de la piel’.
La dermatitis herpetiforme es una enfermedad crónica autoinmune que aparece como expresión de la intolerancia al gluten, una proteína presente en el trigo, la cebada o el centeno. Aunque tiene bajo valor nutricional, el gluten es el responsable de dar consistencia esponjosa a los panes y a las masas.
Se estima que el 5 % de los celiacos desarrollarán dermatitis herpetiforme, pero la mayoría de las personas con esta enfermedad suelen ser asintomáticas desde el punto de vista digestivo, por lo que es habitual que las lesiones cutáneas aparezcan mucho antes de que se haga el diagnóstico de celiaquía.
En la enfermedad celiaca, el organismo genera anticuerpos que destruyen las vellosidades del intestino delgado, lo que causa síntomas digestivos y malabsorción de nutrientes.
En la dermatitis herpetiforme estos mismos anticuerpos atacan a las células de la piel. Esto se debe a que en la piel existe una proteína, la transglutaminasa epidérmica, muy parecida a la proteína intestinal frente a la que reacciona el sistema inmunitario en la enfermedad celiaca.
Los síntomas de la dermatitis herpetiforme son el desarrollo de ampollas y urticaria, que aparecen sobre todo en los codos, las rodillas, las nalgas, la parte inferior de la espalda y en la parte posterior de la cabeza. Con menos frecuencia, pueden aparecer en la cara y el cuello, o en la mucosa oral, sobre todo en niños.
Pero sin ninguna duda el síntoma más molesto es la sequedad, el picor y la sensación de quemazón, que pueden ser muy intensos. Además, el paciente tiende a rascarse, lo que hace que puedan aparecer heridas, eccemas y otros problemas cutáneos.
El diagnóstico de la dermatitis herpetiforme se realiza por la observación de las lesiones cutáneas y una biopsia, que consiste en analizar al microscopio una muestra de tejido.
Otra herramienta diagnóstica es la inmunofluorescencia, que permite detectar los anticuerpos generados por la exposición al gluten que atacan a las células cutáneas.
El tratamiento de la dermatitis herpetiforme pasa inevitablemente por eliminar el gluten de la dieta, ya que es la exposición a esta proteína la que causa los síntomas.
Es poco frecuente que los afectados desarrollen tolerancia inmunológica al gluten con el paso del tiempo. De hecho, solo entre el 10 % y el 20 % de los pacientes desarrollan tolerancia y pueden seguir una dieta normal después de haber pasado muchos años con una dieta sin gluten. Por eso, dicha dieta estricta debe mantenerse toda la vida para evitar rebrotes de la enfermedad.
Por lo tanto, las personas con dermatitis herpetiforme deben evitar todos los productos que contengan trigo, cebada y centeno, mientras que pueden comer arroz, maíz y avena. Con el tiempo, la dieta estricta sin gluten les aportará un mayor bienestar general, eliminará los síntomas cutáneos, y los problemas digestivos y de malabsorción, si los hubiere.
En caso de mayor gravedad, el médico prescribirá al paciente el tratamiento, por vía oral o tópica, adecuado.
Seguir una dieta estricta sin gluten no es fácil debido al gran número de productos que lo contienen o que pueden tener trazas. Por ello, desde la Federación de Asociaciones de Celiacos de España ofrecen los siguientes consejos para llevar una alimentación sin gluten:
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