¿Qué son los alimentos procesados? Según la Organización Panamericana de la Salud, los productos comestibles procesados se refieren a aquellos productos alterados por la adición o introducción de sustancias (sal, azúcar, aceite, preservantes y/o aditivos) que cambian la naturaleza de los alimentos originales, con el fin de prolongar su duración, hacerlos más agradables o atractivos.
Para distinguirlos, te damos unos ejemplos de alimentos procesados:
Los alimentos ultraprocesados, también conocidos como altamente procesados, se elaboran con ingredientes industriales, es decir, están elaborados en su mayoría por productos industriales, pero pueden presentar cierta cantidad de alimentos naturales. Para producirlos, se utilizan aditivos como conservantes, estabilizantes, emulsionantes, edulcorantes… A estos hay que sumar espesantes y aglutinantes que no se utilizan habitualmente en la cocina. El glutamato es uno de los ingredientes más adictivos de los alimentos ultraprocesados.
Es recomendable leer siempre las etiquetas de los productos que se adquieren en el supermercado para comprobar su composición. Aunque en el caso de los ultraprocesados, al ser derivados de otros productos, en ocasiones, es difícil identificar el alimento original.
Entre los ultraprocesados más comunes están:
Para obtener los alimentos refinados, estos se someten a procesos en los que se eliminan uno o varios de sus componentes, lo que les resta valor nutricional. A diferencia de los productos procesados y ultraprocesados, a los alimentos refinados no se les añaden ingredientes industriales. Algunos ejemplos de productos refinados son la harina, el azúcar y el arroz blanco.
El azúcar, la sal y los conservantes están en mayor proporción en los procesados y ultraprocesados. Una dieta con alto contenido en azúcar favorece la aparición de enfermedades crónicas, como la diabetes y la obesidad. La sal, por su parte, eleva el riesgo de hipertensión.
Dos estudios que se acaban de publicar en la revista científica British Medical Journal han encontrado un nexo de unión entre el consumo elevado de alimentos ultraprocesados y un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular, cáncer de intestino (colorrectal) y mortalidad.
Estos estudios refuerzan la necesidad de limitar el consumo de alimentos ultraprocesados y fomentar los alimentos sin procesar o mínimamente procesados, con el fin de prevenir la aparición de estas enfermedades.
También hay que tener en cuenta que tanto los alimentos procesados como los ultraprocesados contienen sustancias que tienen efectos negativos en la salud cuando superan las concentraciones recomendadas en la dieta. Su absorción e incorporación en los adipocitos depende de la concentración de ácidos grasos trans en comparación con los lípidos totales de la dieta. Las grasas trans elevan las lipoproteínas de baja densidad (LDL) que se encargan de transportar el nuevo colesterol desde el hígado a todas las células de nuestro organismo y reducen las de alta densidad (HDL), que recogen el colesterol no utilizado y lo devuelve al hígado para su almacenamiento o excreción al exterior a través de la bilis. El aumento de las LDL y la reducción de las HDL incrementa el riesgo de enfermedades cardiovasculares e ictus.
Porque parte de sus ingredientes despiertan el sistema de recompensa al activar en el cerebro diversas hormonas y neurotransmisores, como la dopamina, que aporta una sensación de bienestar.
Los procesados y ultraprocesados contienen sustancias que los hacen más atractivos. Cuando los vemos, nuestro cerebro manda la orden para que empecemos a salivar y nos apetezca comerlos por su aspecto tan apetitoso. Al comer el producto procesado aparece rápidamente una respuesta emocional que, a su vez, activa las respuestas adictivas. Es decir, el centro de recompensa del cerebro se pone en alerta con la liberación de dopamina y se genera una sensación placentera.
Es importante desterrar o reducir, cuando se pueda, los alimentos procesados y ultraprocesados de la despensa y elegir productos más adecuados para mantener un buen estado de salud. No pasa nada por tomar de vez en cuando una pizza preparada o algún snack, pero no debe ser lo habitual en la mesa.
Una lista de la compra saludable debe incluir productos de temporada y a ser posible de establecimientos de proximidad, que se caracterizan por ofrecer alimentos que van directamente del productor al consumidor. A la hora de hacer la compra, es recomendable disminuir la ingesta excesiva de sal y azúcar que se añaden en su elaboración. Los productos frescos son la mejor garantía de alimentación sana y natural.
En la lista de la compra saludable no deben faltar:
Algunos de los alimentos que se deben evitar son:
Fuente:
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